Por: Raquel López de Sebastián.
¡Y vamos ya por la cuarta temporada de nuestro taller A-Sombra 2!
Como ya comentamos en artículos anteriores, este Taller de Arquitectura y Medio Ambiente, que forma parte de la campaña Madrid Un Libro Abierto, invita a los escolares a visitar el Colegio de Arquitectos y adquirir, con una charla y un taller de manualidades, algunas nociones de Arquitectura Bioclimática, de utilización del hueco y la protección solar en la arquitectura para el ahorro de energía, y de la relación entre la arquitectura tradicional, la sostenibilidad y el clima del entorno en que está construida.
Este otoño 2017 la temporada la inauguraron los alumnos de 6º de Primaria del CEIP Fernando el Católico. ¡Ellos fueron nuestros primeros arquitectos de la temporada!
Os mostramos ahora lo que construyeron para nosotros cada uno de los equipos de pequeños creadores.
El Equipo nº 1 creó un edificio con dos fachadas totalmente acristaladas (una de vidrio tintado y la otra con vidrio transparente), una fachada con ventanal corrido en la parte superior, y otra con una interesante celosía en voladizo. Muy probablemente este último elemento se proyectó para una fachada en orientación sur, ya que tamiza la luz solar y aporta sombra a la parte inferior de la fachada.
Por lo tanto, el acristalamiento transparente (al que, como vemos, se han añadido ornamentos realizados con pequeñas tiras opacas añadidas al azar) se habrá creado para la fachada norte, procurándole así al edificio un buen aporte de esta luz excelente para trabajar (tan sólo esperemos que sea un ventanal de doble acristalamiento, ya que la fachada norte es bastante fría). Nuestro único «pero» al edificio es la fachada Este tintada: tal vez no sea necesaria tanta protección contra rayos UVA en una orientación este. Suponemos que se trata de un clima seco, ya que la cubierta es totalmente plana. Muy bien podría situarse este edificio en algún lugar de la mitad sur de España, como Extremadura o La Mancha.
El Equipo nº 2 se arriesgó «estructuralmente» hablando, al atreverse a enfrentarse con el reto de la cubierta inclinada (casi todos los participantes de los talleres A-Sombra 2 descubren, con este tipo de cubierta, a lo que se enfrentan los arquitectos en la vida real, en lo que a la ley de la gravedad se refiere).
Suponemos que la celosía en voladizo (suele ocurrir, como en la profesión, que lo que funciona en unos edificios se adopta inmediatamente en otros y se convierte en moda, o en tipología constructiva de pleno derecho) está pensada, como en el anterior edificio, para la fachada sur, así como el hastial acristalado con vidrio tintado. No obstante, por alguna razón, las fachadas Este y Norte están casi totalmente cerradas. Es comprensible esta solución en la fachada norte, la más fría, pero cabe suponer que, si se cierra la fachada este, la más acogedora, es porque desde ella se contempla un paisaje realmente feo. O tal vez en este caso los arquitectos prefieren el atardecer al amanecer, ya que sí le han puesto al edificio dos grandes ventanas a la fachada oeste (aunque sin protección solar: probablemente, se cuenta con que se añadan con los últimos elementos decorativos).
El Equipo nº 3 cerró totalmente la fachada norte, creó una interesante cubierta con recogida de agua al centro, y coronó su edificio con un rótulo (al final no nos quedó claro si se trataba de un hotel o había un helipuerto en la azotea). Añadieron algo de mobiliario (si mal no recuerdo, un jacuzzi en el interior).
Exceptuando la fachada norte, las demás fachadas estaban casi totalmente acristaladas, lo que nos hace pensar que el edificio estaba ideado para un entorno más bien frío. Muy probablemente, se trata de un diseño para los países del Norte de Europa, que necesitan gran aporte de luz solar (lo que explicaría la fachada sur acristalada y la norte cerrada) y que suelen ser bastante lluviosos (por lo que la cubierta con importante recogida de aguas y sin alero alguno tendría una buena razón de ser). Este equipo, además, aprovechó el valor ornamental de los materiales, en especial, del papel a cuadros que aporta gran colorido a la fachada principal. Según nos explicaron, el elemento parecido a una celosía de esa fachada era en realidad unas hileras de balcones (definitivamente, sentarse al sol en la orientación sur es lo más adecuado para un entorno frío).
El Equipo nº 4 , en cambio, nos hizo pensar en la arquitectura tropical: dejó abierta la fachada norte, para aprovechar el frescor y aportar ventilación, y permitió la ventilación cruzada gracias a ¡sí, una vez más la celosía! (casi todos los equipos supieron aprovechar las posibilidades de los materiales reciclables que les aportaba el «entorno»).
En este caso, suponemos que la celosía está la mayor parte del tiempo abierta, para facilitar dicha ventilación. Este equipo, en cambio, no abrió huecos en las fachadas Este y Oeste, tal vez para no crear obstáculos en la ventilación cruzada. Aunque muy posiblemente decidieran aprovechar la forma que les brindaba el material para crear huecos lineales (tipo tronera) en estas dos fachadas (desde luego, la fachada occidental en un clima muy soleado y cálido es preferible con ventanas pequeñas). Nos habría gustado que la vivienda tuviera un alero importante, ya que eso sería lo adecuado en un entorno tropical, y que la cubierta tuviera mejor resuelta la evacuación de agua de lluvia. No obstante, fue un buen ejercicio, y, además, el único ejemplo de arquitectura tropical del taller.
El Equipo nº 5 también pensó, aparentemente, en un clima frío: acristaló todas las fachadas, para crear en el interior del refugio un efecto invernadero, y tintó una de las fachadas de vidrio, probablemente, la sur, para impedir el exceso de radiación dañina.
Dieron mucha importancia a la disposición de los huecos de la fachada Este; tal vez pensando en una distribución interior de pequeñas estancias vivideras en torno a esa fachada y un gran espacio de varias alturas iluminado por los ventanales más amplios. Aparentemente, se trata de un clima frío y seco, atendiendo a la cubierta plana (aunque puede que sea una cubierta invertida con una evacuación de aguas muy bien resuelta). Los arquitectos decidieron centrar la ornamentación del edificio en esa fachada: crearon un elemento colgante utilizando el rollo de cinta de carrocero y añadieron, como último toque decorativo, una bandera multicolor (de nuevo aprovechando los materiales del «entorno».
Como veis, lo que son capaces de idear nuestros jóvenes arquitectos no tiene mucho que envidiar a lo que producen los arquitectos profesionales. ¡Por una temporada más de arquitectura A-sombrosa!